No hay peor ciego que quien no quiere ver
Como os iba comentando antes del pequeño fuera de ruta, los indicios aparecen a partir de los dos años y tendemos a malinterpretarlos o a no verlos por completo. Son nuestros hijos, y están tan cerca nuestro, que somos miopes en muchas ocasiones, como cuando alguien te dice que has perdido o ganado peso y tu te sigues viendo igual al espejo. ¿Quién nos avisa sobre esos indicios y nos llaman la atención? Los otros, el entorno no tan cercano: Amigos, la guardería, el colegio, el parque. Es muy fácil que en un grupo pequeño el problema pase inadvertido, pero cuando la comparación incluye un grupo grande; una clase de niños, un grupo de actividades extraescolares; con la misma edad y circunstancias, las diferencias resaltan como una mancha de chocolate en tu impoluta camisa blanca. Os cuento algunas de las señales que malinterpretamos nosotros, físicas y comportamentales, para que os hagáis una idea del grado de miopía que podemos desarrollar como padres: • El gateo de trípode del mayor:...