FUERA DE RUTA 2: A veces ganas, otras, aprendes

Hoy os vengo con una anécdota fresca de lo que le ha pasado hoy a uno de mis hijos. Estaba trabajando tranquilamente cuando, a falta de 20 minutos de que los niños aparecieran para comer, uno de ellos me llama pidiendo permiso para ir a comerse un kebab con unos amigos. Llega a casa, le doy 20 euros y le digo que venga cuando quiera, y que si necesita algo llame al móvil...

Vale, lo admito, aunque él ya está preparado para hacer esas cosas por él mismo, yo todavía lo paso un poco mal. A veces se despista cuando cruza la calle, el TEA, esas cosas. Si los padres somos sufridores, por cualquier cosa sufrimos. El tema es que, a pesar de tener el gusanillo, le he dado dinero y le he dado margen para que volara un poco. Conocía al chico con el que se iba, y tampoco es que fueran a subir al Everest a la pata coja, se iban al kebab del barrio y ya. Todo normal, todo tranquilo, un adolescente que necesita relacionarse con sus pares haciendo cosas de adolescentes, bien.

O eso creía, porque el drama se ha desatado en menos de media hora. Me vuelve a llamar el chaval diciéndome que volvía para casa, que no había comido y que le hiciera comida. Quien está de teletrabajo sabe que eso de las peticiones sobre la marcha es complicado, pero bueno, le digo que ok, que venga y que me cuente que ha pasado.

¿Qué ha pasado?

Que realmente no iba solo con un chico, sino con dos, amigos entre ellos, y no se iban al kebab del barrio, si no que se ha ido a un barrio... bueno, no diré que es el Bronx, pero tampoco es la Quinta Avenida precisamente. El tema es que, entre los dos chicos, le han intentado hacer una envolvente para conseguir que él los invitará al kebab. No es que les haya dicho mi hijo, ey, vamos, os invito a un kebab, sino que lo han intentado manipular para que lo hiciera. Las formas han sido rastreras no, lo siguiente, y solo el hecho de que se haya plantado mi chaval y se haya marcado un Jerry McGuire, ¡Enséñame la pasta!, ha impedido que lo desplumaran. Tras 10 minutos de tiras y aflojas, de prometerle que tranquilo, que tenían el dinero, se ha descubierto el pastel de que no lo había, y entonces han empezado las presiones. 

O invitas o no eres nuestro amigo. No me hagas esto Bro, que en casa no me esperan para comer. Eres un mierda..... Según me lo contaba se me encogía el corazón, no porque esto no nos haya pasado más o menos a todos, sino por como le podía contar a alguien que las circunstancias sociales le cuestan el porqué de esta situación, la motivación. 

El motivo es sencillo, una persona con TEA puede ser una presa fácil, mi chaval más, porque tiene un corazón que no le cabe en el pecho. Ya con la misma persona le había funcionado el "préstame un euro y te lo devuelvo mañana" y el mañana no llegaba, o deja que firme este trabajo del instituto, aunque no haya hecho casi nada... Así que, había que intentarlo, a ver si podía ir un poco más allá.

La reacción de mi chaval ha sido de 10, se ha negado al chantaje y les ha dicho que él invitaba a quien quería y cuando quería. Y se ha vuelto para casa. Un 10.

Ahora hay que ver como lo asume. Asumir que no todo el mundo con el que hablas o ríes es tu amigo es complicado a estas edades, si tienes TEA más. Para cualquier adulto es algo de cajón, es algo inmediato, pero para ellos no, más si tienen pocos amigos, más si pretenden aferrarse a ellos para no "perderlos".  

No es fácil ser padre, pero explicar algo que es tan claro (te están intentando hacer un pagafantas) para que sean capaces de entenderlo..... Eso sí que es difícil. Hoy no ha ganado, pero aprender......y le faltan tantas cosas..... 

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