Tenemos que hablar

 Tu vives feliz, en tu inopia, pensando que tu hijo no tiene ningún problema. Una parte de ti a veces tiene dudas, porque ves que tu hijo hace cosas que no hacen lo demás, pero le buscas excusas. Lo más normal es que lo asimiles con comportamientos tuyos propios, o de tu pareja, y que normalices, o desdramatices, porque vamos, ¿Acaso los niños no son esos locos bajitos que decía Serrat?

Todo normal, todo controlado, hasta que un día alguien te convoca a un sitio, te sienta frente a una mesa y te tira una bomba atómica de trillones de quilotones. No sé como será, ni quien será, porqué depende mucho del país donde vivas y de que como funcione la sanidad. Es posible que el pediatra haya levantado la voz de alarma, tal vez haya sido el colegio o hayas recurrido a un psicólogo de pago al atar cabos. Puede que en tu país sea distinto, pero a nosotros nos llegó a través de la escuela. 

Un día la tutora te convoca, con la excusa de tener una toma de contacto. En principio no hay nada de que preocuparse, por suerte mis chicos no tienen problemas a nivel de rendimiento escolar, y el niño no llora, va feliz al colegio, todo bien, todo rutinario. Y entonces a la reunión se presenta el orientador del centro, y, con todo el tacto y profesionalidad del mundo te lo explican:

Tu hijo presenta rasgos compatibles con el espectro autista ¿Nos autorizáis a poner en marcha el protocolo de detección?

Y ahí se te cae la venda, ahí todas las dudas, todos los indicios se juntan de golpe. Tu hijo puede ser autista... y te caes. No sabes nada del autismo, y lo poco que sabes y te imaginas da para echarse a temblar. Aceptas, ¿Qué padre no aceptaría? Si lo tiene necesitas saber como atenderle mejor, si no lo tiene te quitas un peso de encima. Aceptas, y comienzan las pruebas.

Dependerá de donde vivas que pruebas se hacen y quien las hace. En Mallorca, hay un instituto dependiente del hospital de referencia que se encarga de hacerlas, e integra pedagogos, psicólogos, psiquiatras, además de tener en cuenta las observaciones del centro, profesores, orientadores, etcétera.

Empieza un camino largo, de dos o tres meses, donde la preocupación está a la orden del día. Enfermedad, minusvalía, drama, dudas de si podrá valerse por si mismo. 

Solo puedo agradecer el infinito tacto que tuvieron con nosotros, y el infinito cariño que pusieron para que para mi hijo la evaluación de su condición no fuera un drama. Desgraciadamente en la escuela pública los recursos no son infinitos, pero fueron suficientes para ayudar a mi hijo.

En el siguiente post os contaré las partes más jugosas del proceso, partes que en su momento me dieron miedo y que ahora me río con ellas. Lo más importante, es que una vez que sabes lo que te pasa, todo es mucho más fácil y descubres que las enfermedades no lo son, los dramas son menos, y que lo único que pasa es que lo que tu hijo hace tiene sentido, y que tienes que aprender a encontrárselo. Eres tú el que no va bien, eres tú el que no sabe. Tienes que aprender a comunicarte a su manera. Tienes que aprender a ser mejor persona.

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