El origen de todo y la culpa

No, no vienen de París, ni los trae la cigüeña, ni nacen debajo de una col. Sería mucho más fácil, porque entonces la culpa sería de los franceses; que siempre tienen la culpa de todo; de la cigüeña o de los pesticidas que reciben las coles. Pero no, los niños vienen de nosotros, de un hombre que pone millones de semillitas en una mujer, que en ese momento dispone de un óvulo fértil que obrará el milagro. Cada semillita compite en una yincana enloquecida por encontrarlo, y, por azar, por destino o pura chiripa uno de ellos llega a su destino. El destino es solo un nuevo comienzo, donde la coctelera de la genética se pone en marcha, y tras 9 meses de larga espera, aparece un bebé, agitado, no removido.

Las carreras en el paritorio se desatan, y tú no entiendes nada, tú quieres que te lo den de una vez porqué está llorando, y ya nuestra razón lucha contra nuestros instintos más oscuros de saltar encima de los médicos y destriparlos por hacer daño a nuestro bebé. Tras unos minutos, que se te hacen horas, te dan al bebé, y es inevitable buscarle un parecido: Tiene el pelo de papá, los ojos de mamá, la peca en el cuello del abuelo... ¿Pero, y el autismo? ¿De quién es el autismo? ¿De quién es la culpa?

Todavía no lo sabemos, porque nuestro bebé es perfecto. En dos días nos dirán que la prueba del talón ha salido bien, que no hay enfermedades de las que preocuparnos. Ya empezamos a apañarnos mejor, y la madre, que probablemente aun estará recuperándose de la proeza que es dar a luz, ya empezará a sentirse más cómoda con la opción que haya elegido entre pecho y biberón. No lo sabemos, pero nuestro hijo ya es autista, lo es desde su nacimiento, es una condición de su cerebro innata, no adquirida. Simplemente no lo vemos, no está lo suficientemente maduro para mostrar síntomas, pero ya lo es, aunque en nuestra inocencia por la felicidad no lo veamos, pero lo veremos, en un futuro, y nos preguntaremos el porqué, muchas veces.

Es normal, es humano. Como padres estamos programados genéticamente para proteger a nuestras crías. Si algo le pasa a nuestra descendencia tratamos de buscar un culpable, donde sea, algo que nos ayude a sobrellevar el dolor. Algunos lo buscan en la ciencia, otros en la religión, otros lo niegan, como el avestruz que ve venir al león y prefiere enterrar la cabeza en la tierra. Yo también me lo pregunté, muchas veces, y la respuesta corta es que no se sabe todavía, nadie sabe porqué un niño es autista.

Claramente hay un componente genético. A nosotros, mi pareja y a mi, nos hicieron un análisis genético y aparecieron anomalías en los genes que son indicadores de autismo. Estas anomalías son indicadores de, lo que quiere decir que es posible que alguien las tenga y sus hijos no tengan autismo. Como dicen en matemáticas, es una condición necesaria, pero no suficiente... así que, si esperabas que la genética te fuera a dar un culpable estás equivocado.

Hay más componentes. El medioambiente, la comida, el tipo de vida, el sendentarismo, el exceso de peso, el exceso de azúcares procesados. Es posible que todas esas cosas de las que disfrutamos/sufrimos en el siglo XXI tengan alguna influencia, pero no se sabe su peso, ni cual de ellas influye o no lo hace. Más allá de la aportación genética el resto es un misterio por resolver. Y no, las vacunas no lo causan. También hay autistas dentro de los niños anti-vacunas...Además de llevarnos vacunando desde hace dos siglos. 

Así que, si la culpa es genética, pero esa carga no es concluyente, no sabemos que otros componentes la causan, y no sabemos más. ¿A quién culpamos? En muchas ocasiones, a nosotros mismos. Yo lo hice, achacas la desgracia a cosas que si puedes controlar: Si hubiera estado más delgado, si hubiera comido más sano, hecho más ejercicio... es humano, los niños son nuestra responsabilidad, y si les pasa algo es por nuestra culpa. Ahora bien, ¿De qué sirve la culpa a nuestro hijo?

De nada. 

¿Entonces por qué perdemos el tiempo buscando culpables?

Porqué no sabemos, porqué lo vemos como una enfermedad, un castigo divino, cuando es simplemente una condición de su cerebro. Ojo, que no lo romantizo, que el autismo se considera una discapacidad, pero si hay gente que tiene una vida plena sin brazos, sin piernas, ciegos, sordos, mudos, ¿No lo va a hacer nuestro hijo? ¿No va a salir adelante?

No hay tiempo de buscar culpables, hay que buscar soluciones. Nuestro bebé necesita a padres fuertes que le enseñen, que encuentren un nuevo libro de crianza, porque el que sus padres aplicaron con ellos no sirve. Esa es nuestra misión, criar un pequeño guerrero que, desde sus limitaciones, sea capaz de enfrentarse a la vida con éxito. ¿Cómo lo hacemos? Pues con mucha paciencia, amor, normalizando el autismo en casa, y educando, educando siempre que se pueda a familia y amigos para que comprendan como es tu hijo.

Tal vez, dentro de muchos años, alguien dará con la solución del enigma: El autismo lo crea X, Y y Z, pero, mientras, no pierdas el tiempo en buscar culpables, tienes mucho trabajo que hacer, y tu hijo te necesita fuerte y valiente. 

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